Leica, la mejor amiga de los grandes fotógrafos

Es la cámara que captó a los soldados norteamericanos en el desembarco de Normandía*, o la que inmortalizó a esa niña vietnamita corriendo desnuda medio quemada. Las Leica son todo un mito de la fotografía. Las cámaras más adoradas por los grandes retratistas y también una de las más caras del mercado (una M7 está en unos 3.000 euros).

Más de algún fotógrafo de guerra agradeció que su cámara quedase inservible después de que su fuerte carcasa detuviera alguna bala. Y es que estaba realizada con materiales resistentes que le ayudaban a funcionar en muy altas y bajas temperaturas.

Parece que fue una Leica la que captó algunos de esos instantes únicos de Cartier-Bresson –que la adquirió en 1932-, o ese beso parisino de Doisneau. Robert Capa fue con ella a algunos de los conflictos bélicos, y no es difícil imaginar a Elliot Erwitt o William Klein con el aparato al hombro recorriendo Nueva York. Sebastiao Salgado también la usó para dejar para la posteridad algunas de sus exóticas instantáneas trufadas de grupos de personas.

Leica fue la primera cámara práctica de 35 milímetros y sus modelos iniciales fueron diseñados por Oscar Barnacj en E. Leitz Optische, Wetzlar, a 60 kilómetros al norte de Frankfurt, en 1913. Surgieron como mecanismos para poner a prueba los objetivos desarrollados por los objetivos fabricados por la empresa, muy dedicada a equipamiento topográfico y médico, pero pronto se dieron cuenta de la potencialidad de estos pequeños aparatos.

Los modelos preferidos por los fotógrafos más prestigiosos son los de la serie M (telemétricas), que permite hacer fotografías sin trípode y con mayores tiempos de exposición. Menos exitoso el R (SLR, single lens reflex), que no obstante resulte más sencillo de utilizar gracias a un visor que ofrece mayor fidelidad con lo captado.

Con la irrupción de la fotografía digital, la casa alemana sufrió pérdidas importantes, pero de momento sigue a flote gracias a sus modelos adaptados a los nuevos tiempos. Aún así, sus estrellas siguen siendo la M3, o su descendiente directo, la M6. Más ahora que cada vez aumenta el número de nostálgicos de lo analógico; ya sea de vinilos, en el caso de la música, y de celuloide, en el caso que nos ocupa.


*Lo cierto es que Capa desembarco en Omaha con una Contax


@María José S. Mayo.- 05/08/2009

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